martes, 19 de febrero de 2013

Luchar juntos con la esperanza de que llegue al mundo un futuro mejor


Luchar juntos con la esperanza de que llegue al mundo un futuro mejor

El mundo va mal y no es nada nuevo todo es de que debemos ayudar para que esto cambie más antes que después. Vale que no toda la culpa es del dinero ni del trabajo ni del trafico ni de las influencias ni de las múltiples posibles corruptelas que llegarán o no a confirmarse.
La situación no es todo lo idónea que pudiera ser ni mucho menos, pero no es ni mi culpa ni tu culpa ni de nadie. Hemos dejado aquel mundo bonito con el que soñamos, hace tiempo, se nos deshaga en las manos y se nos caiga al suelo haciéndose pedacitos. Pero es culpa de todos, porque sí que implica una pluralidad casi inimaginable la singularidad del concepto de sociedad. Somos uno, pero, también, todos y viceversa. Una vez admitido eso, podremos empezar a arreglarlo. También habría que tener en cuenta que, si se quiere cambiar el mundo entero, no podrá quedar nada que nos recuerde al pasado y las cosas mal hechas, aunque puede que alguna también haya estado bien.

En lo relativo a España, éste país tan nuestro, tan de todos y de nadie.
La burbuja inmobiliaria acabó por empezar a explotar en el año 2.008, tras mucho hincharse, demasiada especulación desorbitada y un, no menos ilógico, reparto de riquezas ficticias. A todo esto hay que sumarle un sistema administrativo casi siempre incapaz de controlar la situación. Unas esperanzas de vida insostenibles por donde se miraran. La política, sistema que apareció en la era de las cavernas, ya que el ser humano es social por naturaleza y en normal que necesiten unos de otros para vivir, así se llega a la necesidad de elegir alguien que gobierne o decida por los demás; no se salva. La historia en la política de España, dice que todos y cada uno de los gobiernos que se han sucedido, independientemente del color político que fueran, han tenido fallos y aciertos. Pudiendo hacer mención a casos desde ‘Fidecaya’, ‘Rumasa’, ‘PSV’, ‘Pallerols’, pasando por ‘Gescartera’ o ‘Malaya’, hasta llegar a ‘Gürtel’, ‘Garzón’ o ‘Bárcenas’

Debería preguntarse la sociedad qué sistema sería mejor para el país una Monarquía; una República (social o federal); o una Dictadura (autoritaria, totalitaria, fascista, por votación popular, constitucional, o militar). Es necesaria, mayúsculamente, la predisposición, de cualquier miembro social, para ser consecuente y respetuoso. No puede pensarse en que un cambio así se vaya a realizar a corto plazo, se trata de una inversión de la que nadie se va a arrepentir, menos aún, cuando el futuro llegue y el ciudadano de esta sociedad vea que lo que antes deseaba para el futuro es el presente.

Carlos Guerrero Jiménez

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