Luchar
juntos con la esperanza de que llegue al mundo un futuro mejor
El mundo va mal y no es nada nuevo todo
es de que debemos ayudar para que esto cambie más antes que después. Vale que
no toda la culpa es del dinero ni del trabajo ni del trafico ni de las
influencias ni de las múltiples posibles corruptelas que llegarán o no a
confirmarse.
La situación no es todo lo idónea que
pudiera ser ni mucho menos, pero no es ni mi culpa ni tu culpa ni de nadie.
Hemos dejado aquel mundo bonito con el que soñamos, hace tiempo, se nos deshaga
en las manos y se nos caiga al suelo haciéndose pedacitos. Pero es culpa de
todos, porque sí que implica una pluralidad casi inimaginable la singularidad
del concepto de sociedad. Somos uno, pero, también, todos y viceversa. Una vez
admitido eso, podremos empezar a arreglarlo. También habría que tener en cuenta
que, si se quiere cambiar el mundo entero, no podrá quedar nada que nos
recuerde al pasado y las cosas mal hechas, aunque puede que alguna también haya
estado bien.
En lo relativo a España, éste país tan
nuestro, tan de todos y de nadie.
La burbuja inmobiliaria acabó por empezar
a explotar en el año 2.008, tras mucho hincharse, demasiada especulación
desorbitada y un, no menos ilógico, reparto de riquezas ficticias. A todo esto
hay que sumarle un sistema administrativo casi siempre incapaz de controlar la
situación. Unas esperanzas de vida insostenibles por donde se miraran. La
política, sistema que apareció en la era de las cavernas, ya que el ser humano
es social por naturaleza y en normal que necesiten unos de otros para vivir,
así se llega a la necesidad de elegir alguien que gobierne o decida por los
demás; no se salva. La historia en la política de España, dice que todos y cada
uno de los gobiernos que se han sucedido, independientemente del color político
que fueran, han tenido fallos y aciertos. Pudiendo hacer mención a casos desde ‘Fidecaya’,
‘Rumasa’, ‘PSV’, ‘Pallerols’, pasando por ‘Gescartera’ o ‘Malaya’, hasta llegar
a ‘Gürtel’, ‘Garzón’ o ‘Bárcenas’
Debería preguntarse la sociedad qué
sistema sería mejor para el país una Monarquía; una República (social o
federal); o una Dictadura (autoritaria, totalitaria, fascista, por votación
popular, constitucional, o militar). Es necesaria, mayúsculamente, la
predisposición, de cualquier miembro social, para ser consecuente y respetuoso.
No puede pensarse en que un cambio así se vaya a realizar a corto plazo, se
trata de una inversión de la que nadie se va a arrepentir, menos aún, cuando el
futuro llegue y el ciudadano de esta sociedad vea que lo que antes deseaba para
el futuro es el presente.
Carlos
Guerrero Jiménez
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